viernes, 11 de diciembre de 2009

3 reglas de oro según Dionicio Romero

El ministro Carranza, en el último CADE, no solo dedicó elogios a las políticas del Ejecutivo, sino que también celebró “la austeridad, trabajo, esfuerzo y el no tener miedo a competir” de los tres integrantes de la mesa que precedió a la suya el jueves 19. Los millonarios Dionisio Romero, Mario Brescia y Alberto Benavides de la Quintana, dijo, representan perfectos ejemplos de “empresarios schumpeterianos”.

Brescia y Benavides optaron por recapitular sus propias sagas empresariales y pusieron a la familia en el centro. El patriarca de Buenaventura reconoció la deuda que tiene con su esposa, fiel compañera que lo acompañó a parajes como Julcani, mientras que el hijo de italiano recordó que si bien “Pedro y yo hemos sido los banqueros, para utilizar un término chacarero, nada hubiera sido posible sin nuestras tres hermanas”.

Romero, en cambio, se decantó por el lado más docente y ofreció su fórmula del éxito con tres consejos:
  1. “No hay nada más importante que ocuparte de tu fuerza laboral y tu gerencia. El elemento humano hace y deshace las empresas”.
  2. “El ahorro en las empresas es importante, sobre todo para las pequeñas. El ahorro tiene que convertirse en inversión. No puedes crecer sin una política de dividendos austera”.
  3. “Tengo obsesión por tener un sistema de contabilidad eficiente”.
Y esta sarza no fue de patitas. Romero y Benavides cruzaron puyas fraternas, pero con filo. El banquero le reconoció al minero su gran mérito en amasar una fortuna de donde no la había, a diferencia suya y del grupo Brescia, y añadió que, luego de insistirle sin éxito por diez años para que se integre al directorio del Banco de Crédito, “me he tenido que conformar con su hijo Roque”.
Antes, Benavides recordó que con Romero “trabajamos juntos en la Sociedad Minera Brocal hasta que Dionisio dijo esto no es como la banca que da plata rápido, y vendió sus acciones”. Luego de que el hombre fuerte del Banco de Crédito terminó su exposición, el viejo minero ironizó que “Dionisio nos ha dado una clase sobre lo que es la centro izquierda. Escuchándolo casi me he sentido un izquierdista radical”. Hacía referencia a cómo se definió el propio Romero entrevistado por El Comercio en abril último.Como hicieron otros expositores, Romero dividió la historia económica reciente del Perú en dos etapas y llamó a la primera, entre 1959 y 1990, “moverte y acomodarte”.
Resumió la situación de entonces con “un Estado grande e interventista, aranceles altos y una industria local basada en ellos, e intereses altos y diferenciados”. Explicó que el trabajo de los empresarios consistía “en hablar con el Estado el 80% del tiempo para que tus aranceles en los insumos que utilizabas fueran los más bajos y para el producto terminado, los más altos. El dinero no estaba en tu fábrica sino en tus cuotas”. En retrospectiva, afirma que “los beneficios no redundaban necesariamente en el bien de la sociedad sino que se conseguían a costa de otros”.
Consideró que durante esos años “la gerencia era reactiva” y debía ponerse en guardia ante eventos como la reforma agraria y las emisiones de bonos.
La segunda etapa de Romero arrancó en 1990 y su nombre alude a la apertura: “A trabajar, que vienen los extranjeros”. Fue especialmente generoso con el ex ministro fujimorista de Economía, Jorge Camet, a quien atribuyó impulsar el esquema de “flexibilidad laboral y ventajas para la consolidación de las empresas, lo que antes era imposible por las reglas tributarias”.
Revista Caretas
26/11/2009

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