lunes, 25 de octubre de 2010

Genios fracasados: Por qué personas talentosas no logran tener éxito?

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Gran parte del éxito de un profesional, sin duda dependerá de las decisiones tomadas durante su carrera. ¿Cómo hacerlo de la manera correcta?

Como Peter Drucker dijo una vez: "inteligencia, imaginación y conocimiento son recursos esenciales, pero sólo la eficiencia se convierte en resultado"

Auvers-sur-Oise, Francia, 27 de julio de 1890. Financieramente desequilibrado, Vincent, hermano de Teodoro y paciente del Dr. Gachet - psiquiatra conocido en la región, dispara contra su pecho, en un campo de trigo cerca de la casa donde vive. El disparo no es exacto, y Vincent acaba regresando a su habitación, aturdido, pero sin dejar que nadie vea lo que pasó. Vicente permanece recluido hasta el día 29, cuando es encontrado por unos amigos. Pero ya es demasiado tarde.

La causa exacta de suicidio nunca quedó clara para las personas de ese pequeño pueblo situado en las afueras de París. Pero se consideró en ese momento que el desequilibrio emocional de Vincent, intensificado por la insatisfacción respecto de la situación financiera que enfrentaban él y su hermano, fue lo que dio lugar a esa tan drástica acción. Vincent era pintor y Teodoro trataba de vender sus cuadros, pero nadie estaba dispuesto a pagar mucho por ellos.

Hoy, más de un siglo después, pocos artistas son tan venerados en el mundo como Vincent, que sólo logró el éxito después de la muerte, conocido por su apellido: Van Gogh.

Considerado como un precursor de la relación entre el modernismo y las tendencias impresionistas, el pintor, que es originario de los Países Bajos, ha influido en la vanguardia que surgió en los distintos países a principios del siglo XX.

Al igual que Van Gogh, muchos otros profesionales muy competentes en la actividad, que son especialistas, no pueden aprovecharse de su propia genialidad ¿Por qué?

El escritor estadounidense John C. Maxwell, que se especializa en la capacitación de líderes y autor de "El talento no lo es todo", afirma que esa capacidad personal "es algo sobreestimado a menudo y frecuentemente mal entendido”, dijo. “Cuando la gente hace cosas grandes, otros a menudo explican sus logros mediante la atribución al talento. Pero esta es una manera falsa y engañosa de ver el éxito."

Van Gogh es el ejemplo de una persona que no logró conseguir éxito mientras vivía. Su fama llegó mucho después.

Maxwell señala en su libro que el talento tiene su importancia, y no puede ser desconsiderado. "¿Dónde estarían los Estados Unidos si el país no hubiese sido formado por líderes talentosos?", se pregunta el escritor. Sin embargo, afirma que hay que ir más lejos, transformar competencia en eficiencia.

Ya decía Peter Drucker...

El padre del management moderno, Peter Drucker, decía que "inteligencia, imaginación y conocimiento son recursos esenciales, pero sólo la eficiencia los convierte en resultados".

Para el consultor Deni Belotti, el compromiso con los proyectos propios es esencial y no puede ser olvidado. Para él, la regla básica es la persistencia. Según Belotti, debe tener " visión, capacidad de soñar en grande y, por supuesto, una gran determinación".

Ya Elías Awad, expositor y biógrafo de los grandes ejecutivos brasileños - como Samuel Klein, de Casas Bahía - dice que, en el mercado laboral, la mejor manera de convertir el talento en el éxito es sumando. "En un mundo donde es inadmisible pensar en realizar algo solo, me sumo al pensamiento del maestro Peter Drucker, que no sólo es necesaria su convergencia y compromiso, sino que también del equipo", dijo Awad.

El escritor complementa llamando la atención sobre la autoconfianza. Según el escritor, es la que dará lugar al merecimiento. Es decir: yo me comprometo, me preparo, estudio, leo... Por lo tanto, me merezco ser feliz y ser exitoso. Si eso no está internalizado en nuestras mentes, los problemas y la adversidad, a menudo creados o agravados por nosotros mismos, serán más fuertes que nuestras capacidades y objetivos. Dicen que querer es poder. Entonces, antes de poder, usted necesita querer”, dice Awad.

La importancia de las opciones

En la vida no siempre está claro cuál es la mejor manera de alcanzar un determinado objetivo. En realidad, saber claramente cuál es el objetivo a perseguir no es una tarea fácil. Las opciones son muchas y hay algo importante a tener en cuenta: no siempre podemos elegirlas todas. Por eso, gran parte del éxito de un profesional, sin duda dependerá de las decisiones tomadas durante su carrera. ¿Cómo hacerlo de la manera correcta?

"Saber cómo elegir y decidir es el resultado de un ejercicio constante", dijo Elías Awad. Según el escritor, "mientras más se practica las elecciones y decisiones, más preciso será el sentimiento."

Awad señala, sin embargo, el hecho de que la confianza en la experiencia a lo largo de la vida puede obstaculizar tiempo para tomar una decisión. "Cuanto más preciso sea su sentimiento, más atento se debe estar a los detalles, para no tomar decisiones basadas únicamente en la autoconfianza", dice el escritor.

Quizá Van Gogh haya tomado decisiones erradas. No había querido creer en su propio potencial ni conseguido gestionar su trabajo. O tal vez no. El genio puede, simplemente, haber sido un incomprendido.

Y usted, ¿ha conseguido transformar su talento en éxito? Después de todo, como dice John C. Maxwell, "todos tenemos algo que podemos hacer bien."

martes, 12 de octubre de 2010

7 frases que no debe decirle a su jefe


Todos las hemos dicho en algún momento, inocentemente, sin hacerle caso a ese foquito rojo que se prende en el lóbulo frontal, microsegundos antes de abrir la boca. El problema es que como buenos humanos, para aprender de verdad necesitamos sufrir las consecuencias de nuestros actos antes que hacer caso a las sabias voces de alarma. Sin embargo, queriendo contribuir con su estabilidad y buena salud laboral, he aquí los siete pecados verbales en la oficina:

1.- “Esta no es mi chamba”: Es una frase que se nos viene a la mente a velocidad crucero cada vez que nos hacen ese encargo molesto, que corresponde a un practicante o alguien de mucho menor rango. Pero ¡alto!, no lo mire a través de sus ojos, sino de los de su jefe. Para él, probablemente su trabajo sea hacer lo que él le pide que haga así que antes que soltar la fatídica frasecilla sería saludable averiguar por qué le hicieron el pedido; puede que haya una razón válida. Si aun así siente que no sería saludable para la empresa –no para usted– hacerlo, entonces intente una explicación y señale quién puede hacer la tarea mejor y por qué. En algunos jefes funciona. En todo caso, hacer “chambas” que van más allá de su cargo siempre suma.

2.-“Este no es mi problema”: ¡Cuánto “burócrata” del sector privado da esa sentencia definitiva! Lo cierto es que cuando nos sueltan esa frase nos sabe más a un “no me importa”, lo que habla de su impresión sobre la otra persona, que a que objetivamente esto “no corresponde a mi puesto”. Mala actitud. Lo mejor es siempre mostrarse colaborador y ofrecerse a ayudar. Aquí privilegie ver el bosque y no los árboles. Forma parte de un equipo y el problema de uno es a la larga, problema de todos.

3.- “No es mi culpa”: ¡Allí está!, cuántas veces hemos sacado cuerpo, nos hemos desmarcado casi de forma automática, para esquivar la dolorosa responsabilidad de asumir nuestros errores. Pero, responsable o no, más que asignar culpas lo importante es resolver los problemas rápida y eficazmente. Es lo más recomendable para que a su jefe se le pase el colerón. Decir “yo no fui” lo hace parecer más culpable y no trae una solución escondida. Además, le quita la oportunidad para demostrar lo bueno y práctico que es superando los obstáculos y errores.

4.- “Sólo puedo hacer una cosa a la vez”: ¡Claro! puede chatear con tres personas, escuchar música y mirar su Facebook al mismo tiempo, pero ¿no puede con el multitasking? Aquí un consejo. Quejarse de tener demasiado trabajo puede mandar dos señales al mercado (léase su jefe) i) que no le gusta lo que hace y ii) que no puede con el puesto. Además, ¿cuánta gente conoce que dice “qué poco trabajo tengo”, “cuánto tiempo me sobra” o “qué relajado estoy”? Por el contrario, TODOS nos sentimos recargados, todos estamos ocupados, todos tenemos poco tiempo, desde el gerente hasta la recepcionista. Vivimos en una época de gente ocupada. No por gusto el estrés y las dolencias cardíacas son dos de los caballeros apocalípticos de nuestros tiempos.

5.- “Estoy sobrecalificado para este trabajo”: Bueno, probablemente lo esté, sobre todo en este mundo de profesionales con grados, maestrías, doctorados, cursos y talleres que valoran muchísimo el costo de sus diplomas y las horas de estudio invertidas. Sin embargo, éste es el trabajo que tiene, el que aceptó, y aunque le pese, el que debe hacer. Andar diciendo por allí que usted es demasiado bueno para él logra dos cosas: i) que sus compañeros le echen “mal de ojo” y ii) que su jefe piense que es un tremendo soberbio (por no decir algo más fuerte). Si su propósito es que lo miren como un ser superior, el tiro puede salirle por la culata.

6.- “Este trabajo es papayita, lo puede hacer cualquiera”: Como en el punto anterior, lo que usted dice entre líneas es que es demasiado inteligente para lo que hace. Otra lectura –que puede ser la de su jefe– es “este trabajo es estúpido”. Fácil y estúpido son adjetivos que usted no quiere de su trabajo porque en cierta forma empequeñece lo que hace la empresa. Si este es fácil, hágalo rápido, y si es estúpido, hágalo de todas formas. Nadie dijo que toda su chamba tiene que ser digna de físicos cuánticos y en el enorme engranaje corporativo, el trabajo “estúpido” también es necesario.

7.- “Esto no se puede”: Nunca, nunca, nunca le diga a su jefe que algo no puede hacerse, a menos que ello implique infringir la ley. Recuerde que allí, con su NO burócrata, está poniendo un freno a los despegues creativos de su superior y en sus ojos, al desarrollo de la empresa. Incluso cuando lo solicitado es digno de un capítulo de “Misión Imposible”, admitir esa imposibilidad lo puede posicionar como un incapaz, poco imaginativo o flojo. Mejor antes que enfocarse en la solución, entienda cuál es el problema, cuáles son los objetivos que buscan alcanzarse y analice si existe una respuesta humanamente posible, más barata o eficiente. Si usted propone un plan B más ingenioso, hará a su jefe muy feliz.

Finalmente, ante la duda, recuerde que es mejor “callar y sonreír”, antes que soltar cualquiera de las frases suicidas. Preste atención a esa alarma y tome en cuenta que el silencio en este particular caso vale oro.

Por Rafael Lanfranco
31 de Marzo de 2010