martes, 19 de junio de 2012

Mi padre fue el padre de un padre de padres


Y no importa si los hijos ya están cercanos a la tercera edad, si son apenas unos adolescentes o si son jóvenes adultos recién iniciados en el largo —o tal vez corto, nunca se sabe— camino del inicio o del desarrollo de una familia. Cuando el padre ya no está, sólo puede comunicarse uno con él por medio de los recuerdos, y de los pensamientos propios de seguro inspirados por su sabiduría y su amor paternal, enorme, seguro, bien intencionado y total.

Por eso es posible considerar huérfano a todo aquel hombre o mujer cuyos padres ya no están. Puede ser una orfandad de un tiempo relativamente corto, mientras uno se acostumbra a la idea de ocupar el trono del centro de la responsabilidad. Si uno ya es padre, le tocará ejercer ese papel. Y si es abuelo, su lugar está imbuido de una mayor responsabilidad. En el caso mío, mi padre fue el padre de un padre de padres. Mis hijos ya son padres y la calidad de abuelo es un rango muy especial, considerado de manera distinta en las culturas del mundo: los chinos, por ejemplo, consideran esa etapa última vital en un santuario donde radica la experiencia de la vida. Obviamente, me refiero a personas con la enorme suerte de pertenecer a familias unidas.

Este artículo quiere ser una fuente de apoyo para quienes, como yo, hemos visto a nuestro padre embarcarse en ese viaje cuya nave algún día abordaremos. Esa despedida terrenal en tal forma tiene la particularidad de no afectar tanto, a pesar de todo, porque responde a la ley natural de la vida. Los hijos debemos tener entre nuestros papeles más importantes llevar a la última morada a quienes nos dieron la existencia, sin importar de manera alguna las especiales y únicas circunstancias previas y posteriores. Como señalé antes, la nueva etapa se complementa con ese primer cumpleaños y esa primera Navidad con el asiento vacío en la mesa donde, en mi caso, nietos, hijos y padres estaremos de nuevo en medio de abrazos y de tamales…

El día del padre según la tradición, es una jornada para entregar regalitos como un agradecimiento simbólico. El papel de padre, por aparte, no es exclusivamente para quien ha procreado, sino para quien ha criado, o para quien ha estado allí con su corazón y su cerebro listos a fin de aconsejar, de abrazar, de dar un hombro, de escuchar. Por eso también, un regalo para un padre espiritual, calificado así de manera voluntaria y espontánea por alguien, tiene una significación distinta pero igualmente importante. Constituye una condecoración emotiva de primer orden, porque puede llevar además a la persona a ascender a la categoría de abuelo espiritual, y crear una relación personal a veces superior a la basada en la consanguinidad.

Cuando las tres fechas antes indicadas se asoman en el calendario, también se puede hablar del inicio del fin del duelo, del luto del corazón. Entonces, sobre todo pero no exclusivamente si la relación paterno-filial ha sido normal, se puede iniciar el también indispensable juicio —aunque cariñoso, juicio al fin— de las acciones paternas. Muchas veces se encuentran las razones, se afianzan los agradecimientos y también las lamentaciones. Como toda experiencia humana, constituye una novedad. La vida continúa, con sus altibajos, sus alegrías y sus penas. En mi caso, este día del padre la pasaré sintiéndome más cerca de él. Mis nietos talvez no lo puedan comprender. Ya lo harán cuando el tiempo cubra las heridas ahora aún a medio cerrar. 

Mario Antonio Sandoval
Mario Antonio Sandoval Samayoa es periodista, escritor y comunicador social. Es miembro de la Real Academia Guatemalteca de la Lengua, correspondiente a la RAE, y ha sido dos veces presidente de la Asociación de Periodistas. Ha escrito dos libros, varios ensayos y es columnista estable de Prensa Libre (Guatemala).

FELIZ DÍA DEL PADRE!!!

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