lunes, 10 de mayo de 2010

El Vuelo del Águila

El águila es el ave con mayor longevidad de este tipo de especies. Llega a vivir 70 años, pero para llegar a esa edad, a los 40 debe tomar una seria y difícil decisión. A los 40 años sus uñas están apretadas y flexibles, no consigue agarrar a sus presas de las cuales se alimenta. Su pico largo y puntiagudo se curva apuntando contra el pecho. Sus alas están envejecidas, pesadas y sus plumas gruesas, con lo que volar se le hace muy difícil.

Debido a esto, el águila tiene solamente dos alternativas: morir o enfrentar un doloroso proceso de renovación que durará 150 días. Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y quedarse ahí, en un nido cercano a un paredón en donde no tenga la necesidad de volar. Después de encontrar el sitio adecuado, el águila comienza a golpear su pico en la pared hasta conseguir arrancarlo. Después de ese momento doloroso, debe esperar el crecimiento de uno nuevo con el que desprenderá una a una sus uñas.

Cuando las nuevas uñas empiezan a nacer, comenzará a desplumar sus plumas viejas. Después de cinco meses sale para su vuelo de renovación y podrá vivir 30 años más. Este ciclo de vida me parece fantástico, inspirador, motivador y de una madurez superlativa. Cuantos de nosotros podemos sentirnos identificados cuando leemos este proceso, yo el primero, porque hay momentos de nuestras vidas que llegamos a un punto de inflexión, de mediocridad, de hartazgo que no queda otra que iniciar un cambio en donde será bueno retirarnos a meditar, a reflexionar, a coger nuevas fuerzas, para luego poder volver a volar.

Claro está que en la vida tenemos algunas etapas donde ya el pico, las uñas y las plumas del águila no nos valen en algunos aspectos de nuestras vidas, llámese, el círculo familiar, el plano profesional, la salud, los amigos, el ocio, el dinero, donde llega el momento de re- inventarse, reciclarse, hacer un alto en el camino para dar lugar a una nueva persona que llevamos dentro, para seguir viviendo porque sino seguimos el ejemplo del águila nos vamos muriendo en vida.
Ya sé que es un momento duro para cualquiera de nosotros cuando tenemos que someternos a un proceso de cambio, porque ahí es donde hay que plantearse comportamientos, creencias, rutinas, estilos de vida y lo más doloroso, el aceptar con humildad que las cosas no van bien. Llegados a ese punto debemos dejar de lado nuestros orgullos y soberbias, esto es como para el águila arrancarse el pico, sus uñas y plumas, algo con lo que creció, que ha tenido siempre, pero que ha llegado un momento que ya no le sirve más, debe cambiar. Pero para eso, antes hay que aceptar la realidad en la que se encuentra y si quiere vivir más, mejor, con pleno control y poder para sus próximos 30 años de vida, debe cambiar, sufrir y sólo así tendrá su recompensa.
Para las personas será igual, habrá que aprender, cambiar costumbres, seguir con las cosas que nos gustan, eliminar las que no, como malos hábitos, entornos o trabajo. Sólo a partir de ahí comenzará un período hacia nuestra felicidad, viviendo como queremos, honrando nuestros valores, caminando hacia nuestros objetivos y metas, estando presentes en el momento actual, en síntesis, viviendo intensamente nuestra vida.
Porque sino cambiamos, nos quedamos, vamos cayendo en un estancamiento y en una mediocridad que lleva a la parálisis y cuando se quiera tomar vuelo, será muy difícil. Es fundamental para que esto no ocurra, escuchar esa voz fuerte que procede de nuestro SER, reclamando que seamos nosotros mismos, que caminemos hacia nuestros ideales y no los que quieren imponernos constantemente desde el exterior, porque ahí es donde se produce la insatisfacción, el actuar y vivir como no queremos, sin concordancia con nuestros valores y sueños.

Finalmente les invito a todos a seguir el ejemplo de vida del águila, sólo así podremos seguir viviendo plenamente, llenos de vida, con objetivos claros y realizables, motivados, disfrutando de cada momento y logrando volar con esa autoridad que tiene el águila sobre su vida y decisiones constantes.


Autor: Germán Antelo Solozábal
Coach Co-Activo

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