Los líderes de hoy entrenan, guían, apoyan, y capacitan a los demás para lograr las metas y objetivos mutuamente acordados.
El contexto dinámico en el que estamos insertos, como individuos integrantes de una organización, cambia permanentemente, y las nuevas reglas del mercado prefieren líderes a administradores. Hoy sin duda es el valor de la gente el que hace la diferencia, y la gente accede a su máximo desarrollo profesional y personal al encontrarse con un auténtico guía.
“El mensaje empieza por uno mismo”
Nuestras experiencias van dando forma a nuestros valores y conductas. En el liderazgo esto no podía ser de otra manera. Las creencias que nos motivan como líderes, son las mismas que nos determinan como personas. Cuanta más auténtica sea esa relación, mayores serán la fuerza de nuestro liderazgo y el efecto sobre el ambiente que dirigimos. Podríamos decir que el principal propósito del líder de hoy, no es ni más ni menos, que la creación de líderes que continúen en el tiempo esa filosofía de equipo, que lleva a las compañías a diferenciarse sostenidamente en el tiempo.
“Uno es lo que comunica”
Seguramente no alcance con ser un buen director técnico, o entrenador. También son importantes los resultados. Saber mostrarlos, en línea ascendente y descendente, será de mucha ayuda para poder trabajar en un entorno de suficiente tranquilidad. Uno de los principales problemas que afrontan las compañías en estos últimos años, es la ansiedad por la concreción de objetivos, por la obtención de resultados. Un buen líder debe entender esta dinámica y estar preparado para manejar las presiones del entorno y no dejar que éstas afecten a su equipo. Problemas como stress funcional, ansiedad crónica, ataques de pánico, y diversas somatizaciones corporales, son males que hoy afectan a un creciente del grupo de trabajadores. El jefe de hoy gana la lealtad y el respeto de su gente porque la cuida, y la hace sentir bien en un ambiente de continuo desarrollo, no sólo profesional sino también personal.
“Las personas hacen más cuando se sienten importantes”
La mayor causa individual de fracaso de ejecutivos y gerentes recién promovidos, es la incapacidad de formar equipos y asociaciones efectivas en todos los niveles dentro y fuera de la organización. Que una persona responda o no a una tarea, objetivo o función depende, en la mayoría de los casos, más a una cuestión psicológica que intelectual. La motivación juega un papel definitorio en este sentido, ya que es la aguja que regula el grado de compromiso del colaborador con el equipo, con la tarea, y con el líder.
Un buen jefe debe aprender a interpretar los códigos personales de motivación de cada colaborador y desarrollar todas las formas posibles para desarrollar un sentido de pertenencia que “alimente” al resto del equipo. Felizmente, podemos decir que está comprobado que son cosas muy sencillas las que logran generar este importante objetivo. Desde preocuparse por la persona más allá de la tarea, una felicitación en el momento adecuado, hasta un llamado de atención que permita aprender de un error cometido.
“Saber elegir el mejor camino, y compartirlo”
La capacidad de planificación, está presente en todos los procesos de selección de aquellos puestos, donde se requiera trabajo en equipo y concreción de resultados. Saber elegir el mejor camino, implica tener una clara visión de la meta, pero también de los recursos. Del estado deseado, así como de la situación actual.
Podemos colocar a personas valiosas en sistemas y procesos pobres, y pueden fracasar. Podemos “no ver” un proceso; vemos a las personas que usan el proceso, y es más fácil culpar a un “mal trabajador” que al sistema en el que éste se desenvuelve. Los estudios demuestran que hasta un 95% de todos los problemas en una organización se originan de los sistemas, procesos y procedimientos, no de las personas que realizan el trabajo. Los líderes deben demostrar la habilidad de planificar, innovar, definir objetivos claros de desempeño, delegar, usar el tiempo efectivamente, analizar problemas, y tomar decisiones. La clave está en identificar las herramientas necesarias para involucrar las personas a los procesos. Los líderes saben que la gente apoya un mundo que ayudaron a crear.
“El respeto se gana con responsabilidad”
Un buen líder genera un sentimiento de compromiso hacia la tarea y el equipo a través del ejemplo. La responsabilidad es la llave para conseguir ese respeto y esa adhesión por parte de sus colaboradores. No alcanza con dar órdenes. Esas directivas deben ser auténticas y coincidentes con una conducta. La disciplina es otro de los componentes que un buen líder debe transmitir en sus colaboradores. Cuando el mensaje es coincidente con un estilo de trabajo y de personalidad, se producen efectos mucho más impactantes sobre los destinatarios.
En resumen, si bien no hay una receta para convertir a un “mal jefe” en “buen jefe”, podemos encontrar determinadas características similares en aquellas personas que conducen equipos exitosos. La responsabilidad, la capacidad de planificar, el respeto por las personas, las habilidades de comunicación y la empatía son algunos de esos elementos que no pueden faltar en una figura de liderazgo. Sin embargo, estos no son elementos que se compran en el supermercado. Deben salir desde adentro, como un sentimiento que determina una conducta.
Por Martín Frías, coordinador de marketing de Bumeran.com
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