Vicente del Bosque nace en esa escuela que parece caducada. El Real Madrid fue su universidad. No se puede decir otra cosa de un hombre que ha vivido en la casa blanca desde los 16 años y que no ha tenido otro currículo que una larga estancia de 36 años en el club. Salvo ocho meses en Turquía en una efímera experiencia con el Besitkas y sus dos últimos años como seleccionador nacional, la biografía de Vicente del Bosque está teñida de blanco. No conoce otras experiencias. Para lo bueno y para lo malo, sus antecedentes están grabados en esa escuela. Como a tantos otros, su despedida resultó triste: fue despedido en un pasillo, de pie, con prisas. Es Vicente del Bosque quien no se ha movido de su sitio. Como su bigote.
Durante 15 años trabajó como director de la fábrica de jugadores del Real Madrid, fue un empleado dedicado al club desde las 10 de la mañana a las 10 de la noche, viendo jugadores, desplazándose a cualquier localidad para ver partidos de todas las categorías, con jugadores de todas las edades, interesándose por sus familias, procurando memorizar los nombres de todos y cada uno de ellos, como correspondía al estilo de la casa, sufriendo cada vez que un infantil llamado Guti se negaba a firmar la ficha de renovación. Se casó, tuvo tres hijos, perdió a su hermano Fermín. Tuvo una vida tranquila fuera de los focos, dedicada por entero a una empresa que amaba y a un proyecto que le apasionaba. El nacimiento de su hijo Álvaro con síndrome de Down le afectó, pero con el tiempo se convirtió en un factor que ha contribuido a consolidar sus ideas. Se le ilumina la cara cada vez que se refiere a él: siendo un hombre tan discreto, tan celoso de su intimidad, hay sin embargo un acto de coherencia cuando permite la visibilidad de esa relación padre-hijo: "Creo que es bueno para muchas familias en situación parecida". Sonríe cuando se le pregunta por qué no permitió que Álvaro participara más de la fiesta final de los jugadores: "¡Si le dejo, termina bailando con Bisbal!".
Su trabajo no se limitó a la observación de jugadores y a la búsqueda de talentos. Analizaba los entrenamientos de gente como Miljanic, Boskov, Beenhakker, Toshack, Antic, Floro, Capello, Valdano, Heynckes, Hiddink, todos y cada uno de los entrenadores que han pasado por la casa blanca. De cada uno debió sacar sus conclusiones, hasta que le llegó su hora después de alguna que otra aparición como interino: el banquillo del Real Madrid. "Para nosotros era una oportunidad, pero no lo vivimos con angustia", recuerda Toni Grande, su fiel segundo, otro hombre formado en la escuela de Molowny: "Había grandes jugadores en el equipo, sí, pero la mitad de ellos se habían formado en la casa, así que les conocíamos desde pequeños". Esa era su ventaja a pesar del perfil bajo. También su desventaja.
Esa cordialidad que fue tan criticada, esa sencillez que parecía anticuada, es ahora uno de los valores que han despertado el elogio y la admiración hacia su éxito. Lo caduco es ahora moderno, según se desprende del análisis de Francisco Mesonero, presidente de la Fundación Adecco y experto en recursos humanos, a la hora de interpretar las claves del éxito de la selección y de la dirección de Vicente del Bosque: "Se podría decir que Del Bosque cumple con el perfil del líder del siglo XXI. Ha sabido dirigir y crear un equipo humano con los valores y la actitud que exige la sociedad actual. No avasalla con sus decisiones, sino que convence y da seguridad con su templanza". "Del Bosque", añade Mesorero, "ha sabido repartir papeles haciendo sentir a todos que eran parte de la victoria y parte de la derrota. Se ha cumplido de esta forma con una de las teorías en la gestión empresarial y gestión de los recursos humanos que más importancia tiene en la actualidad: la orientación hacia los grupos de interés, es decir, hacia sus jugadores, técnicos, personal de apoyo, afición, periodistas y especialmente a sus rivales, a quienes siempre ha demostrado el máximo respeto, tanto a través del juego de sus jugadores como fuera del terreno de juego".
Otro experto de Adecco, Pedro Fernández, muy relacionado con deportistas de alto nivel, entiende que "especialmente significativo ha sido que el equipo ha interiorizado una forma de ganar, una identidad propia, con una misión, una visión y unos valores que han defendido con absoluta unidad, discreción e ilusión. Hemos podido ver cómo otras selecciones se convertían en protagonistas del Mundial por su fractura en la cohesión del equipo (Francia), por unas expectativas erróneas y falta de humildad (Argentina) o por no saber levantarse de la derrota (Italia). Sin embargo, España ha pasado inadvertida, no con su juego, sino con la profesionalidad y el saber estar. Desde un punto de vista puramente empresarial", concluye Fernández, "se podría decir que Vicente del Bosque ha sabido entrar como director general aprovechando todo cuanto se había hecho bien con anterioridad y sin cambiar para demostrar su autoridad. Posteriormente, ha sabido interiorizar la identidad del equipo. Ha sabido orientar las crisis y establecer un equilibrio entre protagonismo y prudencia".
Algo parecido se podría haber dicho de sus cuatro años como entrenador del Real Madrid: cuatro temporadas, cuatro títulos, dos Ligas y dos Copas de Europa, además de torneos menores como la Intercontinental y la Supercopa europea. Por entonces, año 2000, el equipo se fue llenando de estrellas, aun cuando Del Bosque no acusara problemas de liderazgo dentro del vestuario. Otra cosa era el marketing: el Real Madrid, durante la presidencia de Florentino Pérez, aspiraba a convertirse en un club global capaz de capturar seguidores en los cinco continentes. Del Bosque no encajaba en esa imagen: no hablaba inglés, no vestía cuellos italianos ni corbatas de seda.
Durante su visita al diario As, Vicente del Bosque explicó un detalle muy revelador de cómo los profundos conocimientos de alguien que ha pasado miles de horas viendo partidos y escrutando jugadores capta detalles que escaparían a muchos otros entrenadores. Se refería Del Bosque al jugador francés Makelele en términos muy elogiosos: "Sabía lo que tenía que hacer. Tenía siempre un pase para Zidane, otro para Figo, también para Roberto Carlos y para Hierro". Del Bosque explicaba así cómo se mantenía el equilibrio de egos dentro del terreno de juego. Curiosamente, Makelele dejaría el Real Madrid al mismo tiempo que Del Bosque: era un honesto trabajador sobre el césped, no un galáctico. Alguien no cayó en la cuenta de que las estrellas necesitaban alguien que supiera recuperar los balones y repartirlos adecuadamente.
El despido. Si hay un episodio en la vida de Vicente del Bosque donde no ha logrado del todo mantener su diplomacia, su bonhomía, es alrededor de su marcha accidentada al día siguiente de sumar un título de Liga. El periodista salmantino Francisco José Sánchez Cañamero se refiere a este suceso en su biografía Vicente del Bosque, la serenidad (Anthema Ediciones) como un hecho traumático: Del Bosque fue despedido en un pasillo del Bernabéu por un directivo de segundo nivel.
Hay testigos que confirman que el despido se produjo, efectivamente, en un pasillo. En la media tarde del lunes 23 de junio de 2003, Vicente del Bosque fue convocado urgentemente en las oficinas del club. Se le convocó por terceras personas, cuando se dirigía en coche a los estudios de Antena 3 para ser entrevistado en el informativo que dirige Matías Prats. "Eso es que me quieren echar", comentó. Por la noche tenía una cita con José Ramón de la Morena, en El Larguero de la cadena SER. Ya tras la entrevista en Antena 3, el periodista J. J. Santos le comentó que no seguiría en el Real Madrid, cuya directiva celebraba reunión aquella noche. Veinticuatro horas antes, durante la celebración por la conquista del título de Liga, se había producido un agrio incidente entre algunos jugadores, liderados por el capitán Fernando Hierro, y el presidente Florentino Pérez, incidentes en los que Del Bosque se mantuvo al margen.
Entre uno y otro compromiso, Del Bosque hizo una parada en el Bernabéu mientras su mujer, Trini, aguardaba en el coche. Al llegar al despacho del directivo Carlos Martínez de Albornoz, se encontró frente a él y Jorge Valdano. No esperaron a que se sentara. Tampoco le dejaron entrar. "No vas a seguir", le dijo Valdano. "Algo así me podía imaginar", respondió Del Bosque. Luego vinieron frases del tipo "si quieres, te podemos buscar un hueco, nada específico, le podemos dar vueltas". La conversación apenas duró un par de minutos. En el trayecto hacia la Gran Vía, Del Bosque recibió la llamada de Fernando Hierro: "Me han echado". Cuando llegó a los estudios de la Cadena SER percibió que los periodistas estaban al tanto de su cese.
Cinco años después, fue Fernando Hierro quien llamó a Vicente del Bosque: "¿Te puedo proponer como seleccionador?", le dijo. El mundo del fútbol ofrece sorpresas de este tipo.
Es evidente que un éxito histórico como la conquista de una Copa del Mundo tiende a magnificar la figura de sus protagonistas, pero los elogios que ha merecido Del Bosque van más allá de sus decisiones técnicas. Lo dijo Johan Cruyff y muchos otros expertos: "Es un señor". No se tiene noticias de que los comentarios deportivos después de un gran evento hayan centrado tanto la atención en aspectos personales. Además de un estilo de juego, Del Bosque parece haber caracterizado una elegancia en los modales. ¿Es producto de aquel señorío nacido de la vieja casa blanca? Desde luego, de ahí provienen sus raíces y su educación. Cómo cambia la estética en el fútbol: en tiempos difíciles, y tras el éxito en el Mundial, se impone por un momento la moda Del Bosque. La línea recta.
LUIS GÓMEZ 18/07/2010
Durante 15 años trabajó como director de la fábrica de jugadores del Real Madrid, fue un empleado dedicado al club desde las 10 de la mañana a las 10 de la noche, viendo jugadores, desplazándose a cualquier localidad para ver partidos de todas las categorías, con jugadores de todas las edades, interesándose por sus familias, procurando memorizar los nombres de todos y cada uno de ellos, como correspondía al estilo de la casa, sufriendo cada vez que un infantil llamado Guti se negaba a firmar la ficha de renovación. Se casó, tuvo tres hijos, perdió a su hermano Fermín. Tuvo una vida tranquila fuera de los focos, dedicada por entero a una empresa que amaba y a un proyecto que le apasionaba. El nacimiento de su hijo Álvaro con síndrome de Down le afectó, pero con el tiempo se convirtió en un factor que ha contribuido a consolidar sus ideas. Se le ilumina la cara cada vez que se refiere a él: siendo un hombre tan discreto, tan celoso de su intimidad, hay sin embargo un acto de coherencia cuando permite la visibilidad de esa relación padre-hijo: "Creo que es bueno para muchas familias en situación parecida". Sonríe cuando se le pregunta por qué no permitió que Álvaro participara más de la fiesta final de los jugadores: "¡Si le dejo, termina bailando con Bisbal!".
Su trabajo no se limitó a la observación de jugadores y a la búsqueda de talentos. Analizaba los entrenamientos de gente como Miljanic, Boskov, Beenhakker, Toshack, Antic, Floro, Capello, Valdano, Heynckes, Hiddink, todos y cada uno de los entrenadores que han pasado por la casa blanca. De cada uno debió sacar sus conclusiones, hasta que le llegó su hora después de alguna que otra aparición como interino: el banquillo del Real Madrid. "Para nosotros era una oportunidad, pero no lo vivimos con angustia", recuerda Toni Grande, su fiel segundo, otro hombre formado en la escuela de Molowny: "Había grandes jugadores en el equipo, sí, pero la mitad de ellos se habían formado en la casa, así que les conocíamos desde pequeños". Esa era su ventaja a pesar del perfil bajo. También su desventaja.
Esa cordialidad que fue tan criticada, esa sencillez que parecía anticuada, es ahora uno de los valores que han despertado el elogio y la admiración hacia su éxito. Lo caduco es ahora moderno, según se desprende del análisis de Francisco Mesonero, presidente de la Fundación Adecco y experto en recursos humanos, a la hora de interpretar las claves del éxito de la selección y de la dirección de Vicente del Bosque: "Se podría decir que Del Bosque cumple con el perfil del líder del siglo XXI. Ha sabido dirigir y crear un equipo humano con los valores y la actitud que exige la sociedad actual. No avasalla con sus decisiones, sino que convence y da seguridad con su templanza". "Del Bosque", añade Mesorero, "ha sabido repartir papeles haciendo sentir a todos que eran parte de la victoria y parte de la derrota. Se ha cumplido de esta forma con una de las teorías en la gestión empresarial y gestión de los recursos humanos que más importancia tiene en la actualidad: la orientación hacia los grupos de interés, es decir, hacia sus jugadores, técnicos, personal de apoyo, afición, periodistas y especialmente a sus rivales, a quienes siempre ha demostrado el máximo respeto, tanto a través del juego de sus jugadores como fuera del terreno de juego".
Otro experto de Adecco, Pedro Fernández, muy relacionado con deportistas de alto nivel, entiende que "especialmente significativo ha sido que el equipo ha interiorizado una forma de ganar, una identidad propia, con una misión, una visión y unos valores que han defendido con absoluta unidad, discreción e ilusión. Hemos podido ver cómo otras selecciones se convertían en protagonistas del Mundial por su fractura en la cohesión del equipo (Francia), por unas expectativas erróneas y falta de humildad (Argentina) o por no saber levantarse de la derrota (Italia). Sin embargo, España ha pasado inadvertida, no con su juego, sino con la profesionalidad y el saber estar. Desde un punto de vista puramente empresarial", concluye Fernández, "se podría decir que Vicente del Bosque ha sabido entrar como director general aprovechando todo cuanto se había hecho bien con anterioridad y sin cambiar para demostrar su autoridad. Posteriormente, ha sabido interiorizar la identidad del equipo. Ha sabido orientar las crisis y establecer un equilibrio entre protagonismo y prudencia".
Algo parecido se podría haber dicho de sus cuatro años como entrenador del Real Madrid: cuatro temporadas, cuatro títulos, dos Ligas y dos Copas de Europa, además de torneos menores como la Intercontinental y la Supercopa europea. Por entonces, año 2000, el equipo se fue llenando de estrellas, aun cuando Del Bosque no acusara problemas de liderazgo dentro del vestuario. Otra cosa era el marketing: el Real Madrid, durante la presidencia de Florentino Pérez, aspiraba a convertirse en un club global capaz de capturar seguidores en los cinco continentes. Del Bosque no encajaba en esa imagen: no hablaba inglés, no vestía cuellos italianos ni corbatas de seda.
Durante su visita al diario As, Vicente del Bosque explicó un detalle muy revelador de cómo los profundos conocimientos de alguien que ha pasado miles de horas viendo partidos y escrutando jugadores capta detalles que escaparían a muchos otros entrenadores. Se refería Del Bosque al jugador francés Makelele en términos muy elogiosos: "Sabía lo que tenía que hacer. Tenía siempre un pase para Zidane, otro para Figo, también para Roberto Carlos y para Hierro". Del Bosque explicaba así cómo se mantenía el equilibrio de egos dentro del terreno de juego. Curiosamente, Makelele dejaría el Real Madrid al mismo tiempo que Del Bosque: era un honesto trabajador sobre el césped, no un galáctico. Alguien no cayó en la cuenta de que las estrellas necesitaban alguien que supiera recuperar los balones y repartirlos adecuadamente.
El despido. Si hay un episodio en la vida de Vicente del Bosque donde no ha logrado del todo mantener su diplomacia, su bonhomía, es alrededor de su marcha accidentada al día siguiente de sumar un título de Liga. El periodista salmantino Francisco José Sánchez Cañamero se refiere a este suceso en su biografía Vicente del Bosque, la serenidad (Anthema Ediciones) como un hecho traumático: Del Bosque fue despedido en un pasillo del Bernabéu por un directivo de segundo nivel.
Hay testigos que confirman que el despido se produjo, efectivamente, en un pasillo. En la media tarde del lunes 23 de junio de 2003, Vicente del Bosque fue convocado urgentemente en las oficinas del club. Se le convocó por terceras personas, cuando se dirigía en coche a los estudios de Antena 3 para ser entrevistado en el informativo que dirige Matías Prats. "Eso es que me quieren echar", comentó. Por la noche tenía una cita con José Ramón de la Morena, en El Larguero de la cadena SER. Ya tras la entrevista en Antena 3, el periodista J. J. Santos le comentó que no seguiría en el Real Madrid, cuya directiva celebraba reunión aquella noche. Veinticuatro horas antes, durante la celebración por la conquista del título de Liga, se había producido un agrio incidente entre algunos jugadores, liderados por el capitán Fernando Hierro, y el presidente Florentino Pérez, incidentes en los que Del Bosque se mantuvo al margen.
Entre uno y otro compromiso, Del Bosque hizo una parada en el Bernabéu mientras su mujer, Trini, aguardaba en el coche. Al llegar al despacho del directivo Carlos Martínez de Albornoz, se encontró frente a él y Jorge Valdano. No esperaron a que se sentara. Tampoco le dejaron entrar. "No vas a seguir", le dijo Valdano. "Algo así me podía imaginar", respondió Del Bosque. Luego vinieron frases del tipo "si quieres, te podemos buscar un hueco, nada específico, le podemos dar vueltas". La conversación apenas duró un par de minutos. En el trayecto hacia la Gran Vía, Del Bosque recibió la llamada de Fernando Hierro: "Me han echado". Cuando llegó a los estudios de la Cadena SER percibió que los periodistas estaban al tanto de su cese.
Cinco años después, fue Fernando Hierro quien llamó a Vicente del Bosque: "¿Te puedo proponer como seleccionador?", le dijo. El mundo del fútbol ofrece sorpresas de este tipo.
Es evidente que un éxito histórico como la conquista de una Copa del Mundo tiende a magnificar la figura de sus protagonistas, pero los elogios que ha merecido Del Bosque van más allá de sus decisiones técnicas. Lo dijo Johan Cruyff y muchos otros expertos: "Es un señor". No se tiene noticias de que los comentarios deportivos después de un gran evento hayan centrado tanto la atención en aspectos personales. Además de un estilo de juego, Del Bosque parece haber caracterizado una elegancia en los modales. ¿Es producto de aquel señorío nacido de la vieja casa blanca? Desde luego, de ahí provienen sus raíces y su educación. Cómo cambia la estética en el fútbol: en tiempos difíciles, y tras el éxito en el Mundial, se impone por un momento la moda Del Bosque. La línea recta.
LUIS GÓMEZ 18/07/2010