lunes, 10 de septiembre de 2012

La “pálida” del desempleo


No hay nada que lo evite: el desempleo es un torrente de emociones y altibajos impredecibles. Aunque uno cuente con ahorros a granel, buenas perspectivas laborales y un buen paquete de indemnización, son pocos los que logran escaparle a “la depre” del desempleo. Si bien no está en sus manos modificar la naturaleza impredecible de este inestable trayecto, hay pasos que usted puede seguir para manejar mejor sus reacciones ante las mesetas y montañas que inevitablemente va a atravesar. He aquí  sugerencias para ayudarlo a dominar la ansiedad del desempleo y retomar su normal vida laboral lo más rápido posible!

  1. Llame al enemigo por su nombre y domínelo: en lugar de dar vueltas con una sensación de ansiedad vaga pero constante, trate de dilucidar cuáles son las cosas específicas que más lo preocupan. Al enfrentar lo que de hecho más teme (léase inestabilidad financiera, inquietudes respecto de que nunca va a volver a encontrar un puesto comparable, etc.), verá qué tan razonables son sus miedos y así empezará a elaborar un plan para enfocar esos temas. Con el apoyo de especialistas (coachers de carrera) lo hará en forma rápida.
  2. Huya de las personas negativas: la gente pesimista y tóxica lo único que hará es reafirmar y reforzar sus peores temores. Júntese con amistades y colegas que piensen más en usted que usted mismo: sus sugerencias lo inspirarán, habilitarán y animarán para seguir adelante ante los contratiempos. Sin embargo, hay veces en que los más bienintencionados no saben qué decir y terminan diciendo algo equivocado. Quienes estamos entrenados para dar esa contención, reemplazamos consejos vagos por instrucciones prácticas.
  3. Concéntrese en lo positivo: si bien usted no puede cambiar los acontecimientos, sí puede cambiar su forma de reaccionar ante ellos. En vez de concentrarse en los puntos negativos de su situación, tenga en cuenta el lado positivo del desempleo. Ya se trate de la oportunidad de pasar más tiempo con sus hijos, la posibilidad de explorar nuevos rumbos para su carrera laboral o simplemente poder dormir hasta más tarde de las 6 de la mañana, no hay duda de que siempre hay algo positivo para reconocer durante esta difícil transición.
  4. Manténgase ocupado: no hay nada más deprimente que mirar una agenda vacía. Programe sus actividades de búsqueda laboral (por ejemplo: de 10 a 12 de la mañana, hacer llamadas a posibles empleadores; de 2 a 4 de la tarde, trabajar en la revisión del C.V., etc.) como si fueran compromisos profesionales normales. Si tiene espacios de tiempo vacante, lea libros o artículos sobre la nueva forma de buscar trabajo. Si optó por tener “ayuda” profesional, es parte del día seguir los consejos de su coach.
  5. Nunca se compare con otras personas: el impacto de la pérdida del empleo varía según quién la experimente. Lo más probable es que un chico soltero de 25 años que todavía vive en casa de los padres y está pensando en hacer un doctorado reaccione ante la pérdida de manera diametralmente opuesta a la de una madre viuda de 40 años a la que despiden del único empleo que tuvo jamás. Y también es cierto que dos personas que atraviesan situaciones similares pueden tener reacciones diametralmente opuestas ante una pérdida en común. Cada individuo es único y reacciona a través de una amplia gama de emociones y conductas; no hay una sola manera correcta de manejar esta transición.
  6. Sea sincero en cuanto a sus emociones: admitir su enojo, su temor y sus frustraciones ante un coacher de carrera constituye el primer paso para manejar sus emociones en vez de dejar que ellas lo controlen a usted. 
  7. Reconozca que la suerte desempeña su papel en este proceso: si bien es difícil no preguntarse por qué su amigo consiguió empleo enseguida mientras usted sigue buscando, la respuesta es que la búsqueda de cada persona tiene su propio ritmo. La suerte, la oportunidad, los tiempos y coyunturas del mercado y cientos de otros factores inciden para conspirar de manera misteriosa. Recuerde la consigna: “Dios, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar aquellas cosas que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia”.

Lic. Cristina Mejías
Coacher de Carrera

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