1. “Yo pago tu sueldo, así que haces lo que te diga”. En verdad, las amenazas y la demostración de poder no sirven de mucho para lograr que los empleados hagan bien su trabajo. En el largo plazo, eso sólo contribuirá a reducir la productividad, la motivación y a que la persona empiece a buscar otras opciones. Quienes dirigen organizaciones tienen la complicada tarea de liderar. Esto impone la a veces difícil carga de causar inspiración, enseñar y alentar a servir mejor a la empresa. Gandhi puede haber tenido la clave del nuevo management cuando dijo: “Supongo que en una época el liderazgo significaba músculos, hoy creo que significa llevarse bien con las personas.”
2. “No quiero escuchar tus quejas”. Pues le traemos noticias. Escuchar las quejas de los empleados viene con la descripción del cargo. Un gerente es un administrador de recursos, y el recurso más complejo de una organización, por contradictorio, impredecible, emocional, cambiante, es su personal. Es todo un arte aprender a gerenciar personas, y es su trabajo escuchar los problemas y tratar de resolverlos, aunque eso signifique ganar peso y canas. Además, escuchar las quejas es importante porque suelen apuntar dónde están fallando los procesos y prácticas, y sobre todo qué debe mejorarse. Y esto incluye problemas que no pueden solucionarse. Un buen jefe también debe permitir que sus empleados se desahoguen con el fin de restaurar la moral y construir lealtad.
3. “Estuve el sábado en la oficina en la tarde. ¿Dónde estabas tú?”. Esta presión para hacer trabajar a los empleados las 24 horas, los 7 días de la semana puede ser un tiro por la culata. No sólo se destruye la moral, sino que es difícil conseguir más productividad. Un jefe puede condenarse a ese ritmo si quiere, pero no puede esperar que todos los sigan.
4. “¿Acaso tu evaluación de desempeño no sale la próxima semana?”. Quizá alguien que saque esta carta busca motivar a su gente para que haga un mejor trabajo; o tal vez se trata de una amenaza “sutil”. En cualquier circunstancia, siempre va a sonar a una intimidación. Si realmente se quiere motivar a los trabajadores, la mejor forma es incluirlos en el éxito de la empresa o demostrar cuánto se le valora. El reto está en que el empleado pueda visualizar el éxito de la empresa como su éxito y ello nuevamente demanda un trabajo de persuasión más que de cohersión. Como dijo el general y ex presidente estadounidense, Dwight Eisenhower: “liderazgo es el arte de hacer que otro haga algo que tú quieres, porque él quiere hacerlo”.
5. “Siempre lo hemos hecho de esta forma”. Este es uno de los ingredientes básicos para destruir la iniciativa de los empleados. Es, a la innovación, como un muro de concreto a un carro fórmula 1. Lo más probable es que una mente fresca, que está lidiando en el día a día con los procesos de la empresa esté en mejores condiciones de proponer cómo hacer mejor su trabajo que su mismo jefe. Un buen líder incentiva a su gente a que tenga energía y motivación para ser innovadores y es una estupenda práctica premiar y celebrar a todos aquellos empleados que encuentre mejores formas de hacer el trabajo. Tomar nota del consejo del gran innovador y multimillonario, CEO de Apple, Steve Jobs: “Innovación es la habilidad de ver el cambio como una oportunidad, no una amenaza”.
6. “Necesitamos cortar gastos” (al mismo tiempo que redecora su oficina). Nada crea mayor resentimiento que pedir a los empleados que ajusten el cinturón mientras que a sus ojos, el jefe se da la gran vida. Incluso si el decorar la oficina está totalmente justificado, o el presupuesto ha salido de un regalo del tío millonario, se puede ver como hipócrita y desmoralizante. Ser sensible con los sentimientos de otras personas trae buena karma y liderar un proceso con el ejemplo es una excelente idea. Esta frase de Einstein es lapidaria: “Dar el ejemplo no es el principal medio de influenciar a otros, es el único”.
7. “Deberías trabajar mejor”. Los gerentes deberían comunicar sus expectativas claramente para darles a los empleados todas las herramientas que les permita hacer un buen trabajo. Y al dar instrucciones, se debe asegurar que hayan sido entendidas, pues lo peor que se puede hacer es asumir. Es posible que tu jefe no sea un comunicador nato, por lo que puede ser una buena práctica hacerle entender, con bastante tino obviamente, que muchos de los errores cometidos, o un desempeño por debajo de lo esperado, podría esconder instrucciones vagas como “deberías trabajar mejor”. Pues ¿cómo es trabajar mejor? Descríbamelo. En este punto, es necesario recordar lo que dijo el escritor Mark Twain: “Grandes personas pueden lograr que tú también te conviertas en una”.
Rafael Torres Miró Quesada y Rafael Lanfranco
2. “No quiero escuchar tus quejas”. Pues le traemos noticias. Escuchar las quejas de los empleados viene con la descripción del cargo. Un gerente es un administrador de recursos, y el recurso más complejo de una organización, por contradictorio, impredecible, emocional, cambiante, es su personal. Es todo un arte aprender a gerenciar personas, y es su trabajo escuchar los problemas y tratar de resolverlos, aunque eso signifique ganar peso y canas. Además, escuchar las quejas es importante porque suelen apuntar dónde están fallando los procesos y prácticas, y sobre todo qué debe mejorarse. Y esto incluye problemas que no pueden solucionarse. Un buen jefe también debe permitir que sus empleados se desahoguen con el fin de restaurar la moral y construir lealtad.
3. “Estuve el sábado en la oficina en la tarde. ¿Dónde estabas tú?”. Esta presión para hacer trabajar a los empleados las 24 horas, los 7 días de la semana puede ser un tiro por la culata. No sólo se destruye la moral, sino que es difícil conseguir más productividad. Un jefe puede condenarse a ese ritmo si quiere, pero no puede esperar que todos los sigan.
4. “¿Acaso tu evaluación de desempeño no sale la próxima semana?”. Quizá alguien que saque esta carta busca motivar a su gente para que haga un mejor trabajo; o tal vez se trata de una amenaza “sutil”. En cualquier circunstancia, siempre va a sonar a una intimidación. Si realmente se quiere motivar a los trabajadores, la mejor forma es incluirlos en el éxito de la empresa o demostrar cuánto se le valora. El reto está en que el empleado pueda visualizar el éxito de la empresa como su éxito y ello nuevamente demanda un trabajo de persuasión más que de cohersión. Como dijo el general y ex presidente estadounidense, Dwight Eisenhower: “liderazgo es el arte de hacer que otro haga algo que tú quieres, porque él quiere hacerlo”.
5. “Siempre lo hemos hecho de esta forma”. Este es uno de los ingredientes básicos para destruir la iniciativa de los empleados. Es, a la innovación, como un muro de concreto a un carro fórmula 1. Lo más probable es que una mente fresca, que está lidiando en el día a día con los procesos de la empresa esté en mejores condiciones de proponer cómo hacer mejor su trabajo que su mismo jefe. Un buen líder incentiva a su gente a que tenga energía y motivación para ser innovadores y es una estupenda práctica premiar y celebrar a todos aquellos empleados que encuentre mejores formas de hacer el trabajo. Tomar nota del consejo del gran innovador y multimillonario, CEO de Apple, Steve Jobs: “Innovación es la habilidad de ver el cambio como una oportunidad, no una amenaza”.
6. “Necesitamos cortar gastos” (al mismo tiempo que redecora su oficina). Nada crea mayor resentimiento que pedir a los empleados que ajusten el cinturón mientras que a sus ojos, el jefe se da la gran vida. Incluso si el decorar la oficina está totalmente justificado, o el presupuesto ha salido de un regalo del tío millonario, se puede ver como hipócrita y desmoralizante. Ser sensible con los sentimientos de otras personas trae buena karma y liderar un proceso con el ejemplo es una excelente idea. Esta frase de Einstein es lapidaria: “Dar el ejemplo no es el principal medio de influenciar a otros, es el único”.
7. “Deberías trabajar mejor”. Los gerentes deberían comunicar sus expectativas claramente para darles a los empleados todas las herramientas que les permita hacer un buen trabajo. Y al dar instrucciones, se debe asegurar que hayan sido entendidas, pues lo peor que se puede hacer es asumir. Es posible que tu jefe no sea un comunicador nato, por lo que puede ser una buena práctica hacerle entender, con bastante tino obviamente, que muchos de los errores cometidos, o un desempeño por debajo de lo esperado, podría esconder instrucciones vagas como “deberías trabajar mejor”. Pues ¿cómo es trabajar mejor? Descríbamelo. En este punto, es necesario recordar lo que dijo el escritor Mark Twain: “Grandes personas pueden lograr que tú también te conviertas en una”.
Rafael Torres Miró Quesada y Rafael Lanfranco
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