Andrés Moreno: “Tuve que dormir un año en un sofá para tener una oportunidad”
Algunos lo conocen como ‘el calvo’ de los comerciales más populares del último tiempo, los del ‘cursito de inglés on line’, y otros como uno de los emprendedores más exitosos en su género: la educación en línea. Pero, ¿quién es realmente Andrés Moreno? ¿Cómo logró conseguir el tan anhelado éxito con un proyecto educativo en la web?
Andrés Moreno es un emprendedor, un hombre sencillo, de esos personajes que miran a los ojos a la hora de hablar. Ha vivido en muchas ciudades, hace siete años está casado y dirige Open English, una de las empresas de educación en línea más importantes de Latinoamérica ¿Cómo llegó a conseguir ese envidiado lugar? Junto con su socio Wilmer Sarmiento, entendieron que la necesidad de aprender inglés era un desafío que tenía mucha gente de habla hispana y que, a la vez, tenía mucho potencial como negocio.
La plataforma venezolana, que hoy cuenta con una nueva inversión de US$43 millones destinados para la región, ha crecido para prestar servicios a más de 50.000 estudiantes, con expectativas de llegar a los 80.000 para final del año. Para conocer más a fondo de esta escuela virtual, Moreno, CEO de la empresa, habló con AETecno en su visita a Chile durante RASU Fest.
¿Cuál es el origen de Open English?
Todo partió cuando trabajé en Optimal, allí entregábamos un servicio de clases a empresas a para aprender inglés. En ese entonces las clases eran tradicionales, pero con profesores provenientes de Estados Unidos. El problema era que hacíamos clases a 22 alumnos como máximo. Ese negocio fue muy difícil de sustentar, porque siempre necesitábamos conseguir profesores oriundos de norteamerican, lo que no lo transformaba en un negocio escalable. Con Open English quisimos rediseñar esa plataforma, para crear una manera más eficiente de aprender. Allí contacte a Wilmar, un ingeniero muy talentoso. Entonces ¿cómo trasladamos esa forma de enseñar y transformarlo en un negocio escalable? Llevamos la experiencia de hablar con un profesor norteamericano a toda la región. Pero antes de llegar a esa capacidad nos costó mucho perdurar como compañía. Fue complicado levantar una plataforma en tan poco tiempo, ya que es ese entonces las cosas no estaban bien en América Latina para los emprendedores. El dilema era: los inversionistas extranjeros prefieren tener los proyectos cerca, y por eso que nos mudamos a Estados Unidos. Levantamos capital, pero fue difícil, porque estuvimos dos o tres veces a punto de cerrar. De hecho, durante un año estuve durmiendo en el sofá de un amigo, para tener una oportunidad y conseguir inversionistas.
¿Cuáles son los servicios que ofrece Open English?
Creamos contenido original con series, contenido interactivo (más de 100 horas) y videos para poder practicar, además de la atención personalizada para cada clase, ya que nunca sobrepasamos los 4 alumnos por profesor. Por otro lado, cada alumno tiene un asesor, que lo llama cada dos semanas, para saber en qué está, si ha practicado. Gracias a esta modalidad se busca la garantía de fluidez, y si no lo logra le damos 6 meses gratis para llegar a ese nivel. Queremos que cada persona sea exitosa. También tenemos centros de atención vía teléfono, 600 personas en Bogotá y 300 personas en Sao Paulo.
¿Cuáles son los desafíos ahora que ya dejaron de ser un emprendimiento?
Queremos seguir invirtiendo en el producto y que este tenga resonancias en toda la región, pero debemos adaptarnos más al mercado local. Pienso que hemos tenido suerte de que nos conozcan y entiendan. Por un lado están los comerciales, que han sido muy buenos, pero también debemos seguir rompiendo la frontera para cada pequeña ciudad que necesite de nuestros servicios pueda tenerlos, es por eso que estamos tratando de hacer comerciales y publicidad más sectorial. Contratamos a una agencia en Brasil, para que podamos llegar con más fuerza allí, ya que son 35% de los estudiantes que se inscriben desde alguna ciudad lejana.
Sobre su plataforma, ¿quiénes están detrás de ella?
Tenemos un equipo de más de 50 desarrolladores y programadores y 20 personas en Miami creando productos. Todo esto en base al soporte que nos entrega Amazon Web services.
¿A qué le adjudicas el impacto de la empresa?
Los comerciales han sido muy efectivos, porque la gente se identifica con los personajes. Tenemos los mismos comerciales desde México hasta Chile, y produce la misma sensación en todos los sectores. En ese entonces no teníamos ingresos para invertir todo lo que queríamos en publicidad, pero junto con la ayuda de un actor y horas de trabajo logramos crear esos divertidos comerciales. Esperamos que un año pasara para volver a crear una propuesta más atractiva, pero el impacto fue tal que tuvimos que seguir grabando con los mismos personajes. Lo increíble es que ahora nos reconocen en todos lados.
En las redes sociales tenemos fans, de hecho tenemos grupos de fans de los comerciales con cientos de “likes”, y nos piden fotos siempre que nos ven en la calle o en el aeropuerto. Nos alegramos de que nos quieran tanto. Pero lo más impresionante es que estamos en 20 países en América Latina y en 38 países en el resto del mundo, porque mucha gente nos recomienda en países de Europa, por ejemplo. Un caso especial es Chile, que ha crecido muy rápido; de hecho, aumentó 250% el número de alumnos. Así que los comerciales están funcionando bien. De acuerdo a nuestras investigaciones, son los amigos y sus recomendaciones, lo que también nos hacen crecer fuera América.
¿Cuál es la enseñanza que te gustaría dejar a los emprendedores de la región?
El objetivo debe ser siempre ir más allá. Es por eso que queremos dar el mensaje de que sí se puede, con perseverancia y paciencia, porque las cosas nunca salen siempre como uno quisiera. Pero ahora, lo más importante es crear ideas con objetivos y utilidades regionales, para convencer a los inversionistas de que tu proyecto vale, dejar atrás los proyectos pequeños y atreverse más. También es importante la creación de equipo y la repartición de las acciones, para generar ganancias y no dejar que la empresa cierre, una crisis que más de alguna vez temimos.
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