Luego de algunos meses sin manejar más que lo estrictamente necesario, o sea casi nada, decidí desempolvar la camioneta y volver al volante. En cuatro días seguidos volví a usar el auto para lo que habitualmente se usa y fue tiempo más que suficiente para comprobar el enorme parecido de la nueva ley de tránsito que rige en Lima con la Misión y Visión de muchas compañías.
Los que esperaban ingenuamente que la promulgación de la nueva ley de tránsito y su larga lista de multas cambiase en algo nuestro caótico tráfico de Lima, no han hecho más que demostrar su absoluto desconocimiento del comportamiento humano y algo que otros sabemos desde hace algunos siglos: los problemas de una nación, no se resuelven con leyes.
Las empresas no mejoran con la Misión y Visión. Del mismo modo, muchos empresarios esperan que la promulgación y difusión de la Misión y Visión de la empresa opere el milagro corporativo que haga de ésta la gran empresa que todos soñaron. Sin entender que el éxito no tiene nada que ver con la retórica de las declaraciones, ni con cuadros colgados en la pared, textos en internet, manuales o brochures.
Hasta que los miembros de una sociedad, como los miembros de una empresa, no entiendan los beneficios que les reportan las leyes, la Misión y Visión, éstas no pasarán de meras declaraciones impresas. Unas en sendos documentos oficiales y otras en cuadros colgados de la pared.
Transmita, asegúrese que entienda y disfrute. La Misión y Visión como las leyes deben ser primero eficientemente transmitidas. Eso quiere decir que Misión y Visión deben llegar con absoluta claridad a todas y cada una de las audiencias de la empresa, como las leyes deben hacerlo a todas y cada una de las instancias de la sociedad.
No se le pude hablar del mismo modo ni por el mismo medio al chofer de un bus que corre por la ciudad para ganar pasajeros en cada esquina, que al chofer de un vehículo particular que transita con música clásica y aire acondicionado. No se puede explicar de la misma manera las nuevas reglas del tránsito al usuario del bus y al pasajero del taxi. Tampoco se puede esperar que de un mismo discurso un joven universitario y un jubilado, entiendan la ley.
Con la Misión y Visión pasa exactamente lo mismo. Colgadas en la pared de la recepción, puestas en internet o en un brochure corporativo, carecen de valor y por ende de interés para las distintas audiencias de una corporación: accionistas, administrativos, ejecutivos, directivos, proveedores, comunidad, etc. De ahí la necesidad de destacar los beneficios particulares para cada grupo y transmitirlas con el lenguaje apropiado y por los medios correctos.
“Sólo cuando entienda por qué nos convienen las leyes las respetaré y las haré respetar”. Esto significa que viviré dentro de ellas, con ellas. Las incorporaré a mí día a día, no porque alguien me obligue a hacerlo, sino porque hacerlo me beneficia. Las leyes, antes que obligaciones, son normas de convivencia cuyo respeto redunda en beneficios de todos, igual que la Misión y Visión.
La nueva ley de tránsito tiene diferentes beneficios para el chofer del bus, taxi, o auto particular, el peatón o la viejita que pasea el caniche. La Misión y Visión tienen distintos beneficios para empleados, ejecutivos, cuerpo directivo y accionistas. Sáquelas de las paredes y trabaje en transmitirlas eficientemente, de modo que cada una de sus audiencias entienda sus beneficios. Busque que las incorporen al día a día de trabajo, de modo que traducidas en beneficios tangibles se hagan valiosas. Así conseguirá que todos que las aprecien, cuiden y respeten. En resumidas cuentas, Misión, Visión y Ley de Tránsito estarán vivan.
Gerardo Figueroa
Socio fundador de Figueroa & Asociados (F&A), está en el negocio de las comunicaciones corporativas desde 1983. Ha sido director creativo de JWT y Ogilvy. Consultor internacional del Johns Hopkins Center for Communication. Catedrático de comunicación y medios en la escuela de Post Grado de la Universidad San Ignacio de Loyola (Perú).
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