"Cuando todo parece estar en contra, un buen jefe se vuelve fundamental para las organizaciones. Por ello, las crisis son escenarios privilegiados para descubrir al líder que llevamos dentro."
No es fácil estar en medio de una tormenta y decidir hacia dónde remar. Alguien tiene que guiar al resto para que todos vayan hacia el mismo lado y no termine por hundirse el bote. Ésa es la labor del líder: conseguir que su equipo lo siga y obtener buenos resultados. No sólo porque los demás sean sus subordinados, sino porque realmente confían en él, en su actuar y en que está tomando las decisiones correctas. “Son aquellas personas que tienen credibilidad por lo que hacen”, dice Fernando D’Alezzio, director de Centro de Negocios Pontificia Universidad Católica del Perú (Centrum).
Esto se vuelve aún más fundamental cuando la tormenta es una crisis económica mundial que azota a gran parte de las industrias, el consumo, el empleo. A todo y a todos. “Una característica de un buen líder es adaptarse a la situación en particular que se está viviendo”, afirma José Ruiz, director general de Heidrick & Struggles en Monterrey, empresa de reclutamiento y consultoría en liderazgo.
Según Ruiz, en momentos de crisis, una persona pasa por tres cuestionamientos. Cuando comienza la urgencia, se pregunta: “¿qué está pasando?”. Después de identificar la situación, evalúa: “¿cómo me está afectando, estoy en riesgo?” Y el tercer paso es asimilar la situación y ver qué sigue y qué se debe hacer. Las respuestas a estas interrogantes son las que un buen líder responde tanto para él como para informarlas a todo su equipo.
Por esto la comunicación y la transparencia son clave. Lo importante, dicen los expertos, es disminuir la incertidumbre. “En tiempos de crisis económica son momentos en que los liderazgos se consolidan y duran por mucho tiempo”, agrega Ricardo Aparicio, académico de Ipade, en Ciudad de México.
¿Y cómo han reaccionado los líderes en América Latina? “Hay que aprender mucho de esta lección”, dice D’Alezzio. “Tenemos buenos gerentes, pero no buenos líderes”. Según el académico, falta una visión hacia el bien común. Una visión de largo plazo y que se trabaje más allá de los beneficios para los dueños de la empresa, sino para la sociedad. “El liderazgo no permea toda la organización”, agrega Roberto Cabrera, especialista de la consultora KPMG. “Se toman las decisiones de manera adecuada, pero no se crea una visión ni se comunica”.
America Economia (Agosto 2009)
No hay comentarios:
Publicar un comentario